
creyendo que era mozuela,
pero tenia marido.
Fue al noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las ultimas esquinas
toque sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por mil cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas,
los arboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del rió.
Pasadas las zarzamoras
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el lino.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revolver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con tanto brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frió.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
ya me la lleve del rió.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porte como quien soy.
Como un gitano legitimo.
Le regale un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
por que teniendo marido,
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al rió.
Federico Garcia Lorca
(Fuente Vaqueros,Granada, 1899-Viznar, Granada,1936)